"Hay otra luz, como invisible espina
de la razón. Etéreo fundamento
e inmaterial tamiz. Discernimiento
de la verdad que alumbra y determina.
Hay otra luz oculta, sibilina.
A oscuras la entrevee el entendimiento.
Encarnación veraz del pensamiento
que lo traspasa todo y lo ilumina."
"¿QUIÉN ASESINA al mar? Hombre de tierra,
encuentro su melisma en la laguna,
en el añil cobalto de la luna
y en la melena agreste de la sierra
¡Cuánta melancolía desentierra
lo garzo! ¡Cuánto arraigo! No hay ninguna
más suave soledad. Una tras una
se desperezan luces. Nada encierra
tanta serenidad en su transcurso
como el paladear del lento curso
del tiempo en uno mismo. Acompañado
y envuelto por exagües armonías
me confortan las sabias melodías
tan tenues, del azul acompasado."
"PINTAR es una aurora permanente
abriendo cauce alado a un nuevo día.
Es orquestar colores y poesía
modulando un espacio conveniente.
Es tener la mirada diferente
del orbe poseyendo la armonía.
Es penetrar la oculta melodía
hecha, por el milagro, transparente.
El lienzo se hace arroyo si la mano
estremecida se alza hacia el hermano
para entregarle un sorbo de belleza.
¡Qué poco llega al hombre sin angustia!
Entre sus dedos todo se le mustia
y le deja el sabor de la tristeza."
"AUN ANTES que la rosa se olvidara en sí misma
más allá de las formas y de las expresiones,
entre nómadas huellas que apenas eran polvo,
ademanes de esferas plisaban los azules.
La luz era el amor de la galaxia encinta.
Ella esculpió el estilo, la palabra y el tiempo.
Ahuecados nos deja de esqueletos diáfanos
hasta alcanzar los gritos mudos de las estrellas.
Y luego la pintura, como hirsuta jineta,
vaciándonos los ojos para comerse el iris.
La pintura y sus signos que juegan a la rueda
y excavan transparencias con zanjas de jilgueros
mientras la tierra esconde un rastro en el ocaso
y las manos se impregnan de acechos y ceniza."
El azul en Taiwan
Mª José ve a través de su alma un mundo de convivencia y tolerancia entre culturas; un paisaje urbano en el que los elementos típicos de las distintas culturas, sus casas, torres, cúpulas y calles en perspectivas infinitas nos conducen a la utopía de la paz por medio de paisajes del alma.
Transformando la realidad en la que vive, sueña en color azul y esto le hace ver las catedrales, los edificios y las ciudades con formas distintas, con transparencias imaginarias e inmersas en atmósferas etéreas y misteriosas a través de sus ciudades soñadas.
Las personas que contemplan la obra de Mª José coinciden en la sensación de paz y serenidad que les transmiten sus cuadros. El mundo de paz interior de la artista conecta con el del espectador. Se cumple el objetivo: el arte nos comunica.